PLAYA
Cierras los ojos y la puedes ver. Te devuelve la mirada cálida, expectante. Te sonríe y acepta la mano que le extiendes. La recuerdas. Recuerdas todo lo que un día le prometiste, lo que pasaron juntos y el precio que pagaste al enamorarte de una mentira. No entiendes del todo cómo fue que sucedió. Quizá eras otra persona y la vida te ha llevado ahora a mirar atrás y sonreír. Pero aún no estás seguro si sonríes por nostalgia, por resignación o despecho. La tienes muy cerca. Casi puedes sentir su respiración. Instintivamente piensas en soplar para que así compartan el aliento. Pero no lo haces. Sabes que no volverás a caer en la mentira. Te ha costado mucho trabajo entenderlo, muchas caídas y muchos golpes. Las mujeres no siempre dicen la verdad. Y hete ahí. En la mitad de la nada, rodeado por extraños que se dicen festejar la vida, cuando lo único que hacen es abrir las botellas del licor que los llevará a huir de la misma.
Bebes, pues lo has aprendido a hacer, y tus sentidos se nublan. Crees estar imaginando lo que sucede alrededor. Y aun así, te mantienes lúcido. Sin saber si aquella extraña sensación es la reminiscencia de una consciencia que quiere alejarte de ahí, pues sabe que eres capaz de tomar decisiones que te harán daño. Así que continúas bebiendo. Sin entender quién es el enemigo. La vida se muestra placentera, casi quieta. Como si el universo entero se congelara entre aquella visión, aquél recuerdo… ¿o deseo? Te sientas en el suelo. Aquel lugar rodeado de arena que se mueve y aun así parece lo más estable del mundo. Contemplas, como has aprendido a hacer. Alrededor hay risas. Pero sabes que los demás ríen de chistes y bromas, no por algo sustancioso de verdad. Parecen estar pasando un rato agradable. Suspiras. Ves en la llama frente a ti toda tu vida. No te arrepientes de las cosas, incluso las aceptas, pero aun así estás lejos de lo que debieras hacer.
La mujer te toca. Nota tu mirada divagante y se insinúa. Te hace mirar alrededor y te invita a integrarte a la más insólita orgía, donde no importan los nombres ni los apellidos. Todos parecen iguales, disfrutando del único punto de conexión que encuentran en común. Al día siguiente cuando salga el sol, todo habrá quedado en el pasado. Un pasado que será incambiable y que no dará lugar a pensamientos de “y si hubiera”. Te alejas, la chica no comprende y piensa que debe poner más empeño en llamarte la atención. Así que se esfuerza. La contemplas, pues es muy bella. Pero no la ves, sino que sólo te mantienes de pie esperando ver cómo reacciona, y ella mágicamente hace el resto, hasta quedar casi desnuda. No sabes por qué tanta belleza puede comportarse de manera tan banal. Pero al fin y al cabo, la naturaleza manda, y te sientes atraído. Al mismo tiempo cautivado y asqueado por la misma persona que hace unos minutos considerabas una amiga.
¿Pero desde cuándo la palabra amigo ha tenido algún significado? Las personas parecen haber olvidado lo poderosa que es esa palabra y la regalan a cualquiera en aras de sentirse seres sociables. Pero la amistad tiene un fuerte significado y el hecho de que la mayoría no lo entienda no es justificación para dejar de invocarla ante seres que demuestran su belleza. Sí, a veces engañan. Las personas confunden los roles sociales que deben tomar y creen que les invitan a fiestas de disfraces. La lealtad no significa más que un conjunto de letras que sirve para reclamar una traición, y creen que sólo aplica para actos de terceros. Cuando no se dan cuenta que ellos mismos pueden caer en el supuesto y traicionar el pacto. ¡Pero qué importa a estas alturas cuando con tan inusual paisaje las hormonas están a flor de piel!
La música combinada con la bebida parece ser la fórmula perfecta para crear una realidad alternativa donde no hay obligaciones. Una situación que despierta placer en extremo. Y la cuestión que cabe plantear es si la felicidad y el placer podrían estar en algún punto relacionados, o si son mutuamente excluyentes si se actúa bajo principios.
Así que la rechazas. No quieres saber más de aquella indiscreta propuesta que te ha hecho con lágrimas en los ojos implorando yacer contigo. Y ella, recelosa, se marcha, quizá alimentada por una chispa de venganza. Pero no se va del lugar, sino que se va de tu lado, pero se mantiene a la vista. La sigues viendo a lo lejos, ya que finalmente te intriga, y sucede lo previsible. Que ella se descubre y es capaz de denigrarse con tal de hacerte ver que puede conseguir lo que quiere. Y ardes en rabia al comprobar que ella finalmente lo ha conseguido, pero no porque la desearas sino porque, de alguna manera, no creíste que pudiera ser tan falsa.
Aun así, las estrellas nunca pudieron comprender cómo aquella noche no la odiaste, y pudiste ver cómo aquella falsedad aún podía tener esperanza de redimirse ante ti de alguna forma, quizá como amistad. Quizá llovió aquel día pues el cielo no podía comprender cómo podrías convivir con ella de nuevo. Quizá el río de lodo que se formó por dicha lluvia pudo borrar de alguna extraña manera las acciones cometidas. O será que respetas mucho las vidas ajenas como para emitir un juicio. Y sí, la luna brilló aquella noche mientras la fiesta continuaba. Consciente de que no le rendían a ella pleitesía, sino que juraban amor a diestra y siniestra endulzando las promesas rotas con anís.
Pero el amor, es una palabra que perdió su significado mucho antes de que la amistad perdiera el suyo y es a la fecha una palabra que todos entienden pero que no se puede definir. Es difícil. La vida no es clara a ese respecto y ya los sabios de la humanidad que alguna vez llegaron a comprenderla se hallan sepultados bajo el polvo que el tiempo roció sobre los libros que escribieron en lenguas muertas. De manera que es misterio que todos se jactan de conocer. ¿Será que la vida misma se trata de descubrir aquel secreto? ¿Será que en el fondo todos lo sabemos y no nos atrevemos a aceptarlo? ¿De otra manera por qué tenemos consciencia que nos guía? Imposible de saber, pero lo único que tenemos certero es que no podemos vivir sin amor; lo que sea que aquello signifique.