VOLCANUS

Todo era oscuridad, no había nada, no se sentía nada, ni el correr del tiempo ni el pasar de las horas. Así siguieron las cosas hasta que dentro de la plena oscuridad que todo inundaba llegó un leve rayo de luz que devolvió la esperanza.

Jack acababa de recuperar la consciencia, después de un severo golpe en la cabeza que había sufrido horas antes. Se encontraba recostado sobre una superficie de roca fría y húmeda, respiraba con dificultad a causa de la disminución considerable de oxígeno con el que el lugar contaba, se sentía mareado y confundido al ver imágenes borrosas de todo a su alrededor y escuchar voces que decían cosas que no lograba entender, además tenía algo húmedo en la frente lo cual hacía evidente que había tenido fiebre.

  • ¿Cómo te sientes? – preguntó un hombre con voz profunda y clara acercándosele lo suficiente para asegurarse que el herido lo pudiera escuchar.
  • ¿Qué pasó? – preguntó Jack con un terrible dolor de cabeza – ¿Dónde estoy? – siguió indagando viendo a su alrededor las paredes de piedra y percatándose del calor infernal que reinaba.
  • ¿Recuerdas algo? – preguntó el hombre examinando la cicatriz que se encontraba arriba de la ceja del herido – ¿Cómo te llamas? – preguntó seriamente al ver que su interlocutor se encontraba más grave de lo que suponía.
  • Jack, Jack Peterson.
  • Yo soy James Walker – se presentó el hombre a pesar de haberlo hecho semanas atrás, y le estrechó la mano -. Soy médico. Te golpeaste en la cabeza seriamente hace cuatro horas y has sufrido una pérdida de memoria temporal. No te preocupes, recordarás todo al cabo de unos días, si no es que antes.
  • ¿Qué es este lugar? – preguntó Jack incorporándose.
  • Estamos dentro de un volcán.
  • ¿Un volcán? ¿Qué diablos estamos haciendo aquí? – exclamó poniéndose de pie.
  • ¡Tranquilo!, siéntate, acabas de salir de estar inconsciente, tómalo con calma. Como te decía – continuó cuando Jack se hubo sentado -, estamos dentro de un volcán. Realizamos la misión Volcanus, la más importante en la historia. Hace unos años, algunos científicos notaron una gran mejoría en los pacientes del hospital San Joaquín, en Madrid, al darles de comer unas naranjas que crecían en Nueva Zelanda. Al parecer las naranjas eran mágicas, hasta que descubrieron que no eran las naranjas las que animaban a los pacientes a combatir sus enfermedades sino era el terreno donde crecía el naranjo. Mandaron investigadores y después de dos años encontraron que debajo de la tierra existía cierta sustancia que provocaba las mejorías anteriores, pero se encontraba muy lejos del alcance humano y cavar un hoyo en la tierra sería riesgoso y tardado por lo que se decidió utilizar un agujero que ya estuviera hecho y encontraron este volcán y mandaron a un geógrafo, un médico, una química y un matemático a encontrar la sustancia y llevarla a la superficie.
  • ¿Qué es lo que cura esa sustancia?
  • Probablemente sea la cura del Sida.
  • ¿Y el resto del equipo? – preguntó Jack ya que él era el matemático y su interlocutor el médico.
  • Fueron a explorar el camino, hemos estado aquí apenas dos días y más adelante hay una bifurcación, debemos saber para qué lado encaminarnos, no han de tardar.

Jack no podía creer lo que James le había dicho, no podía entender que hubiera aceptado meterse en un volcán para encontrar la cura del Sida habiendo el riesgo de jamás regresar a la superficie. A los pocos minutos llegó el resto del equipo. Un hombre de edad avanzada que debía ser el geógrafo por el tatuaje de la Tierra en su brazo, una chica rubia y ojos claros de a lo mucho veinte años y una muchacha que Jack reconoció de inmediato, una mujer de cabellos y ojos oscuros pero de gran hermosura que se le acercó de inmediato al verlo consciente.

  • ¡Jack! Estás bien, sabía que te mejorarías – y lo abrazó.
  • Gracias Verónica, pero no me encuentro tan bien como crees.
  • ¿Por qué no? ¡Luces genial!
  • Gracias, pero James dice que he perdido temporalmente la memoria, la recuperaré en unos días, aunque no puedo imaginar en qué estaba pensando cuando acepté venir aquí en primer lugar.
  • Tranquilo – sonrió ella y se sentó a su lado -. Por lo menos me recuerdas y eso es lo que cuenta…
  • Basta Verónica – interrumpió James -. Dejemos las cursilerías a un lado, tenemos trabajo que hacer, ¿ya tienen el camino a seguir Louis?, perfecto. Elizabeth toma la mochila y ustedes dos sígannos.
  • No podemos James, Jack aún no está bien, debemos descansar.
  • ¿Y perder todo un día, Verónica?, él está bien, no le pasará nada.

Y así el equipo especializado de cinco personas continuó su camino. James que parecía ser el líder a juzgar por su tono de voz iba al frente con una linterna, después le seguía el viejo Louis que intentaba descifrar los mapas que él mismo había trazado minutos antes, un poco más atrás estaba Elizabeth, que tenía Sida y quería ser la primera en probar la sustancia milagrosa, aunque tuviera que soportar los gritos de James que la consideraba inferior a pesar de tratarse de una de sus pacientes, y al final iba Verónica que ayudaba a Jack a caminar.

  • Creo que deberíamos separarnos – sugirió James horas más tarde -. Esto es un laberinto…
  • Si nos separamos podríamos perdernos, mejor deberíamos buscar la salida entre todos – interrumpió Elizabeth.
  • No creo que sea así niña, es lo más ridículo que he escuchado en todo el camino – la regañó James -. Se hará a mi manera, por algo fui nombrado capitán de la misión, nos separaremos y encontraremos nuestros caminos solos y volveremos a reunirnos del otro lado, ustedes dos tendrán que ir juntos – señaló a Verónica y a Jack, ya que éste aún no sentía confianza para caminar por sí mismo temiendo un desmayo como el que había sufrido horas antes.

James insistió que eran pretextos para estar con su novia aunque para no tener problemas lo dejó hacer su voluntad. Así que se separaron. El laberinto era muy largo y no cabía la posibilidad de encontrarse hasta que salieran de ahí. El camino era oscuro y frío, James caminaba con evidente facilidad, siempre había sido un genio para resolver laberintos y planear soluciones eficaces a sus problemas y no temía que nada malo pudiera pasar. Mientras tanto, Jack y Verónica en lugar de preocuparse por encontrar la salida estaban platicando felizmente hasta que se toparon con un bulto que los hizo detenerse. No esperaban encontrarse con nadie a excepción de los otros miembros del grupo que seguramente estarían más adelantados que ellos. Verónica pidió la linterna y lanzó un grito de espanto al ver a sus pies el cadáver de Elizabeth con sangre saliendo de una gran cortada en el cuello.

  • ¡La han matado! – gritó Verónica descartando de inmediato la posibilidad de un suicidio.
  • ¿Cómo? – preguntó Jack incrédulo.
  • ¿Quién pudo haberlo hecho? – preguntó Verónica apagando la linterna y expresando el aprecio que sentía por la joven con unas lágrimas que Jack se encargó de consolar.
  • ¿Qué es lo que pasa? – preguntó James llegando corriendo pues había escuchado el llanto de Verónica.
  • Mira James, ¡la han matado! – gritó Verónica sin atreverse a mirar el cadáver de nuevo.
  • ¿Quién crees que lo hizo? – preguntó Jack.
  • Ninguno de nosotros tres, estoy seguro, la sangre está seca y nosotros acabamos de llegar.
  • ¿Crees que fue Louis? – siguió llorando Verónica.
  • Probablemente ¿no lo creen?, es el único que puede trazar mapas y no está aquí, de seguro la mató y salió corriendo.
  • ¿Crees que haya sido capaz de hacer esto? – preguntó Jack.
  • Nunca se sabe. Caras vemos, corazones no sabemos. Así que tengan cuidado y ni una palabra de lo que comentamos aquí, hay que hacerle creer que no sospechamos de él, vengan los guiaré a la salida que acabo de encontrar.
  • ¡Vaya pensé que jamás saldrían! – dijo Louis riendo al verlos a los tres – ¿Y Elizabeth?
  • Murió – se adelantó a decir James para advertir la expresión que pondría el viejo -. Le ha dado una asfixia a causa del aire lleno de cenizas – inventó el doctor.
  • ¡Qué pena! – contestó Louis aún sonriendo -. Pero bueno, supongo que debemos continuar sin ella, menos mal que no era indispensable.

Así siguieron su camino intentando evitar al viejo lo más posible, era un peligro encontrarse cerca de un posible asesino. Pasaron las horas y después de caminar varios kilómetros sintieron cansancio por lo que decidieron descansar un momento. James se voluntarió para montar guardia toda la noche para vigilar al viejo y cuidar  a sus compañeros, pero finalmente después de cinco horas fue vencido por el sueño que lo atrapó hasta la mañana siguiente cuando Verónica lo sacudía para despertarlo.

  • ¿Qué ha pasado? – preguntó preocupado por la manera en la que Verónica le hizo levantarse.
  • ¡Ha desaparecido! ¡El viejo Louis ha desaparecido! Y ha herido a Jack.

Al momento de escuchar eso su mirada fue directo a Jack que se encontraba con una herida en el brazo.

  • ¿Qué fue lo que pasó? – preguntó el doctor mientras curaba a Jack de la herida que sólo podía haber sido provocada por un cuchillo muy afilado a juzgar por los chorros de sangre que salían de la misma.
  • No lo sé, cuando desperté tenía esta gran herida en el brazo.
  • ¿Te duele? – preguntó James preocupado.
  • ¡No!, por eso no me di cuenta hasta que desperté.
  • Fue muy hábil, de seguro el viejo sospechó que lo habíamos atrapado y huyó, debemos ser cautelosos, debe estar preparando una emboscada muy cerca para matarnos a los tres, ¿por qué no lo matamos ayer mientras dormía? – lamentó James.
  • Debemos regresar, no podemos seguir – sugirió Verónica muerta de miedo.
  • El desgraciado llevó los mapas consigo, no podemos regresar, al ver que no vamos hacia delante puede sospechar que regresamos y con los mapas nos atraparía en menos de un día, lamento decirles que no podemos hacer nada, estamos atrapados.
  • ¿Cómo es que no te diste cuenta de lo que sucedía? – inquirió Jack cuando James hubo terminado de curarlo.
  • Lo lamento, después de cinco horas de montar guardia me quedé dormido, debo haberme mareado por no comer las galletas del viejo, tenía miedo que contuvieran veneno o algo parecido y no comí nada en toda la tarde, me quedé dormido y el sin vergüenza aprovechó para escapar.
  • ¿Cómo es que no sentí cuando me hizo la herida?
  • De seguro estabas dormido muy profundamente y además ese viejo tenía un cuchillo muy filoso, el mismo que usó para matar a Elizabeth puedo asegurarlo, no iba a hacerte una cortada dolorosa para que lo descubrieras ¿o sí? Utilizó sus habilidades enterrando el cuchillo en puntos específicos y abriendo las venas necesarias para que no sintieras dolor, ignoro cuál sea el procedimiento a ciencia cierta, pero eso hacen los que quieren que te desangres sin que te des cuenta.
  • ¿Tendrá sangre suficiente? – preguntó Verónica viendo todas las toallas que había utilizado el doctor para limpiar la sangre que había perdido Jack.
  • Sí, no fue tan grave, ¿puedes caminar todavía verdad?
  • Claro
  • Entonces estarás bien, de todas maneras, cuando salgamos de aquí veré la manera de hacerte una transfusión, ahora no puedo hacerlo porque además de no tener el equipo, ninguno de nosotros tiene sangre compatible a la tuya. Por ahora, necesitamos avanzar y estar alerta, ¿alguien tiene una pistola?
  • ¿Una pistola? – preguntó Verónica desconcertada.
  • Yo tengo una – contestó Jack revisando el bolsillo de su pantalón – la traje por si alguna emergencia la necesitaba.
  • Perfecto, gracias por ser tan precavido, avanzaremos en línea y yo iré al frente con la pistola por si acaso llega a aparecer Louis.
  • ¿Y si nos llega por detrás? – preguntó Verónica.
  • En ese caso gritan para que yo le dispare, creo más posible que se encuentre adelante por como huyó, pero si llegara a sorprendernos eso haremos.

Dicho y hecho, James tomó la pistola asegurándose que tuviera balas necesarias y avanzó, detrás de él iba Verónica y al final Jack, orden planeado intencionalmente para que ambos hombres protegieran a la muchacha.

Avanzaron por horas enteras cuidando sus espaldas de ese loco maniático que podrían encontrarse en cualquier vuelta, así siguieron hasta que James se detuvo por completo.

  • ¿Qué sucede? – preguntó Verónica.
  • Creo que escucho pasos, deberíamos ocultarnos.
  • ¿Dónde? – preguntó Jack viendo a su alrededor.
  • Ahí – contestó James percatando a sus dos acompañantes de un túnel oscuro que estaba a unos pasos.
  • No podemos meternos ahí James, está muy oscuro y además que tal si Louis nos está esperando ahí dentro.
  • Vamos, escuché los pasos completamente del otro lado, debemos ocultarnos ahí antes que nos vea aquí perdiendo el tiempo, además tengo buena vista para la oscuridad, yo los guiaré.

Después de convencer a Jack, lo cual duró algunos minutos, los tres avanzaron en fila india dentro del túnel y esperaron ahí cerca de 15 minutos, hasta que un disparo los hizo percatarse que no estaban solos.

La herida esta vez había sido Verónica que, a juzgar por el grito que había dado, James pudo percatarse que la bala había entrado directamente en el pecho de la muchacha y no podría hacer nada para salvarla. James salió corriendo del túnel seguido por Jack que también había escuchado el balazo, aunque su vista en la oscuridad no le permitió vislumbrar a Louis.

  • Está cerca – dijo James corriendo lo más rápido que podía – tenía una pistola y mató a Verónica, apresúrate – y dobló hacia la derecha y después a la izquierda.
  • ¿A dónde vamos? – preguntó Jack.
  • A la salida, no podremos sobrevivir en este lugar con ese viejo persiguiéndonos.
  • Pensé que no sabías dónde estaba la salida.
  • No lo sé, sólo estoy dando vueltas para perder a Louis, espero encontrar la salida recordando algunas rocas por las que hemos pasado.
  • ¿Recuerdas la que tenía cara de elfo?
  • Exacto, eso nos guiará a la salida, recuerdo que esa roca cara de elfo estaba casi en la entrada.
  • No deberíamos hablar, me canso mucho cuando corro y hablo al mismo tiempo y además podría estarnos oyendo.

Después de decir eso el silencio se hizo absoluto, sólo se escuchaban algunos de sus pasos que resonaban cuando pasaban por las rocas huecas, ninguno de ellos intercambió palabra alguna en las horas restantes. Se habían venido guiando por las rocas de piedra que habían visto a lo largo de todo el camino y se dieron cuenta que estaban cerca. Al menos les faltaban diez minutos para llegar a la salida del volcán que también reconocieron por la cantidad de oxígeno que cada vez aumentaba en el aire.

Habían venido corriendo tiempo considerable, sin detenerse a comer, a dormir o a otra actividad pues ahora la única prioridad era salvar sus vidas. Siguieron corriendo por cinco minutos más hasta que Jack cayó al suelo.

  • ¿Estás bien? – preguntó James acercándose a su compañero.
  • No James, no estoy bien, ya no puedo caminar, eso es sinónimo de que me falta sangre, debes ir tú, déjame.
  • No puedo dejarte, puedo cargarte, sólo faltan unos cuantos metros.
  • Eso sólo te retrasaría y el viejo puede estar cerca y atraparnos a ambos, no tiene caso, no aguantarías mi peso y el tuyo, debes dejarme, sálvate, yo perdí la memoria y en una semana no he recordado nada, no tiene caso salir allá afuera si no voy a recordar siquiera quién fui.
  • La memoria no es problema, puedes ir a mi hospital y te operaría, tengo amigos neurocirujanos, podrías recuperar la memoria y vivir tu vida.
  • No insistas Jack, no quiero vivir, debes ir tú solo, dile a mi esposa, si es que estoy casado, que la amé, a mis hijos si de casualidad tuve hijos, que los quise mucho y no menciones que los olvidé a todos, despídeme de todo aquel que tenga mi mismo apellido por si acaso y recuérdame al menos como un pobre hombre que tuvo la desgracia de olvidar todo cuanto quería y tenía.
  • Así lo haré.

Y sin insistir más, estrechó la mano de su compañero y se dirigió hacia la salida, con una mirada de júbilo al lograr hacer creer a todos que el viejo Louis seguía vivo y los había estado persiguiendo sin que nadie sospechara que él había matado a todos uno por uno por el poder.

James era médico en el hospital San Joaquín y, al enterarse de la posible cura a la enfermedad por la que cobraba una gran cantidad de dinero su tratamiento, se aventuró a la misión con el plan de sabotearla; no le convenía de ninguna manera que se encontrara esa cura que le quitaría millones de dólares en su economía personal, decidiendo así sacrificar la vida de una joven con SIDA y esperanzas de mejorar su vida, un geógrafo de buen corazón que quería ayudar a la gente, una química que tenía una gran vida por delante pues era la prometida de Jack y finalmente el matemático cuya nobleza y tristezas eran enormes, para así enriquecerse él solo con la amargura de todos.

FIN

Escrito como tarea para una clase de literatura en tercero de secundaria. Debíamos escribir un cuento de temática libre. Recuerdo que mi calificación fue 10+, que equivalía a un 12. Me dio gusto pues con ello compensé el 7 que me puso la maestra por el dibujo de la portada.

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