SOMBRA PERDIDA
Había una vez un papá que tenía dos hijos llamados Rodrigo y Daniel. Daniel molestaba mucho a su hermano Rodrigo y a su papá.
Un gran día, su papá se fue a trabajar. Daniel tenía un nuevo plan. Cuando Rodrigo salió para ir a la escuela solo, abrió la puerta y le cayó leche de chocolate. Siempre le tenía que pasar a él todo. Un día en clases le dijo Daniel a Rodrigo: “¿quieres mi sándwich?” “bueno” contestó Rodrigo. Entonces cambiaron sándwiches. Cuando se lo acercó a la boca era de juguete. Lo había engañado otra vez. Un día Rodrigo fue al cuarto de Daniel y dijo “Daniel abre la puerta”. Daniel dijo “abre”. Abrió la puerta y entró. Prendió la luz y le cayó un huevo en la cabeza.
Rodrigo ya se había hartado de esas bromas y pensó que sería bueno que le quitara su sombra. Entonces esa noche le robó la sombra a Daniel y se la escondió en una cajita que tenía.
Al día siguiente, se tenían que ir a la escuela. Daniel necesitaba su sombra, entonces dijo una mentira: “mamá, me siento muy mal, yo creo que no debo ir a la escuela”. La mamá pensó que era broma y dijo: “Daniel, no me engañes, ven aquí abajo inmediatamente, ven, ¡ay, la sopa!” Daniel se tomó un vaso de agua muy caliente y se puso el termómetro. ¡Ay, 403 de calentura!
Rodrigo dijo: “mamá, yo creo que le tenemos que llamar al doctor”. Daniel dijo “no, no, no, por favor al doctor no”. “Si estás muy enfermo es necesario llamar al doctor” 55-8-4-5 ring ring.
“Hola, ¿hablo con el doctor Pachuca?” “Ay, no, dije que no mamá”. “Bebé” dijo Rodrigo. “Muy bien, vendrá a las 4:30”.
Noc noc
“Yo voy mamá”
Rrrrrccc
“Hola doctor Pachuca, entre”.
“Muy bien, ¿quién está enfermo?”
“Daniel”
“Muy bien Daniel, ¿qué te duele?”
“Nada”
“¿Cómo de que nada?, A ver” Tuc tuc tuc “No es del corazón. Está bien, no sé qué le pasa, le tendré que poner una inyección”.
“Ay no, no, no, por favor no, no no”
La noche siguiente el doctor preparaba la jeringa. A las 12:00 subió las escaleras y le picó tiiiiiiiiiiiiic
“Muy bien”
“Adiós”
“Adiós”
Chat, chi chi chi chi chi, noc, noc, noc, rrrrcc.
“Ay doctor Pachuca entre”
“Gracias Rodrigo”
Daniel se cogía el brazo.
“Ya examiné la sangre de Daniel, que tiene romaitinaxitai”
“¿Es muy grave, doctor?
“No, pero no puede comer frutas ni chocolates. Adiós”.
“Adiós”
La vida era muy fea para Daniel, sólo por decir una mentira. Trataba de decir la verdad, pero no podía.
Moraleja: si dices una mentira te puedes meter en grandes problemas.
Escrito a mano en un cuaderno. Debía tener menos de 10 años de edad.